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El vos argentino

Como continuación del tema del pronombre personal “vos”, cuyo origen desarrollé brevemente en estas páginas, haré hoy mención a algunas particularidades que podrían resultar llamativas para los estudiantes y hablantes del idioma español (o castellano, como podrán leer aquí), tanto del continente americano como del europeo, e incluso, tal vez para algunos argentinos, quienes no siendo los únicos que lo utilizamos, somos especialmente identificados por este tratamiento.

En Argentina, el uso del “vos” como tratamiento hacia la segunda persona del singular experimentó un cambio más o menos reciente. Hasta no hace mucho, este pronombre se utilizaba entre personas unidas por un lazo familiar (con algunas excepciones), entre amigos y quienes compartían tiempo prolongado, espacio y generación. El voseo implicaba confianza, intimidad, igualdad. En cambio, tratar a alguien de «vos» sin su autorización solía connotar sentimiento de superioridad por parte del hablante, cuando no desprecio, y sobre todo, irreverencia y malos modales.

Fijar un punto en el tiempo es difícil cuando se ha vivido la transición, por lo que me arriesgo a decir que comenzamos a observar la invasión del “vos” aproximadamente en la década del setenta. Para los adultos resultaba chocante ser recibido en un comercio por un vendedor o vendedora que preguntaba “¿Qué necesitás?”, pregunta que llevaba implícita una confianza no concedida por el potencial comprador. Los jóvenes fueron los primeros en adjudicarse tal confianza, pero pronto fueron seguidos por adultos con menos prejuicios, más abiertos a los cambios, y como se decía en aquella época “más modernos”.

Hoy, tras un largo sufrimiento de aquella generación apegada al “usted”, es común que los argentinos se traten entre sí de “vos”, independientemente de la edad que cada uno aparente tener. Este es un trato informal que a veces traspasa sus límites y se instala en esferas más formales, si bien la ocasión y los actores dictarán la norma de tratamiento en un acuerdo tácito. No es aconsejable que los extranjeros voseen, puesto que es preciso hallarse inmerso en esta idiosincrasia para poder percibir cuándo y a quién tratar de vos. Y en el caso de que no puedan resistirse a la tentación de vosear, nada cuesta preguntar previamente «¿Nos podemos tutear?» (y no: «¿nos podemos vosear?»)

No obstante, es importante destacar que de una u otra forma el voseo ha perdido su irreverencia, y aunque existen personas a las que no les agrada ser tratadas de “vos” por un desconocido, el «vos» hoy invita a la familiaridad, al afecto, a la cordialidad e incluso a la amistad. Todavía subsisten, empero, sentimientos de rechazo entre los mismos habitantes de estas tierras. Por ejemplo, en algunas regiones argentinas como Cuyo, compuesta por las provincias de San Juan, Mendoza y San Luis, es mal visto que los jóvenes y adultos traten de «vos» a los ancianos. Paradójicamente y de modo gracioso se suele tratar de «usted» a las mascotas.

Pero más allá del desarrollo histórico y social del vos argentino, me importa destacar, en la piel del traductor, que este pronombre personal no se utiliza en textos formales, mucho menos en la traducción de material científico o técnico (que además se redacta impersonalmente, por lo que ni el vos ni el tienen lugar). Lo digo porque no pocas han sido las veces que supe de algún excelente traductor argentino descartado a causa de un conocimiento erróneo por parte del cliente respecto del uso del «vos». Hay un lugar para cada cosa, y cada cosa tiene su lugar. Los argentinos, con todos nuestros defectos, somos muy propensos a hacer amistades, y el «vos» es el primer indicio de nuestra buena intención.

 
 

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Del Vuestra Merced al vos

En castellano antiguo, se distinguían exclusivamente dos formas de segunda persona: «» y «vos«; la primera se empleaba para el singular y la segunda para el plural y para hablar cortésmente a una sola persona. Pero el uso del vos se irá modificando a lo largo de los siglos:

  • En los siglos XI y XII, el rango social y la virtud caballeresca desempeñaron un papel importante para el empleo del vos. El estaba reservado para los lazos familiares.
  • En los siglos XIII y XIV se produce un gran cambio social. El se utiliza para el tratamiento solidario, informal, afectivo y también para indicar menor rango. El vos comienza a emplearse de superior a inferior.
  • En el siglo XV, el cambio en la sociedad española con el fin de la reconquista modifica nuevamente las fórmulas de tratamiento. La burguesía asciende y tiene lugar una expansión del vos, que se usa tanto para marcar mayor como menor rango.

Con tan variado empleo, se hace necesario introducir una nueva fórmula, vuestra merced, con el verbo en tercera persona que, al extenderse como fórmula de respeto, hace que el tú vuelva a recuperar su primitivo valor de segunda persona del singular para la confianza, y el vos se restringe a la segunda persona del plural.

Del «vuestra merced» se pasó a un más abreviado «vuesarced»; y del «vuesarced» al «vusarced»; y del «vusarced» al «vusted»; y de ahí al usted. Por eso muchos, en una carta, no ponen «Ud.» como abreviatura de usted sino «Vd

3º persona

singular

¿Desea  vuestra merced beber algo?
 vuesarced/vusarced 
 vusted 
 usted 

Las zonas de América que quedaron más directamente influenciadas por España eliminaron el «vos» en favor del tuteo.

Las regiones americanas más aisladas de la tendencia peninsular conservaron el trato de «vos» y desconocieron el tuteo de forma total o parcial, sobre todo en los países del Cono Sur, entre otros, Argentina.

 
 

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